He vivido con pasión todo el arcoíris de emociones. Desde la más absoluta depresión, pasando por etapas de ira crónica, mal humor, frustración, pesimismo, culpa y miedo; hasta alcanzar el éxtasis, la euforia y el amor propio incondicional.
Luego de varios años de trabajo interior, he logrado mantener un estado emocional de alegría permanente. Y no es que mi vida sea perfecta, la diferencia es que ahora sé cómo volver a mi estado natural de felicidad plena, sin importar las circunstancias.